Episodios 2
La hora de las metamorfosis
A finales del siglo XII, Felipe II el Augusto hizo erigir una fortaleza feudal cerca de las orillas del Sena para defender París de las invasiones enemigas. Su imponente torre circular, la Torre del Louvre, servía también de cárcel: tras la victoria de Bouvines en 1214, el conde de Flandes sufrió prisión allí durante trece años. Luis IX fue el primero en guardar dentro de estos muros las joyas de la corona de Francia. Cuando Carlos V decidió convertir el Louvre en su residencia real, ordenó su ampliación y la construcción de un nuevo recinto alrededor de París. Después de haber sido ocupado durante la guerra de los Cien Años por los ingleses, el edificio fue gradualmente abandonado. No fue hasta 1528, cuando Francisco I se mudó allí, que comenzaron las grandes obras, que fueron continuadas por sus sucesores, asociando a las mismas, a lo largo de los siglos, a muchos arquitectos y artistas de renombre.
Leer másLa hora de las revoluciones
El traslado de Luis XIV a Versalles en 1682 detuvo las obras del Louvre. Ocupado por la Academia Francesa y luego por la Academia de Bellas Artes, se convierte en el centro de la vida artística francesa. Los filósofos de la Ilustración, liderados por Diderot y Voltaire, soñaron con transformarlo en el gran museo de la nación. Su aspiración se hizo realidad durante la Revolución francesa, con la apertura del Museo de Arte en 1793. Curiosos de toda Europa acudieron para admirar las pinturas de las colecciones reales. Con Napoleón I, el museo tomó un nuevo impulso. En 1802, el emperador confió su administración y expansión a Vivant Denon, quien tenía la ambición de convertirlo en el museo ideal. Al mismo tiempo, los científicos que participaron en las campañas militares imperiales se apoderaban de un número de piezas de valor incalculable. Se relanzaron importantes obras de construcción, que se vieron comprometidas por la derrota de Waterloo en 1815 y la caída definitiva del imperio.
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