Bittori, viuda de un empresario vasco asesinado por ETA, acude al cementerio a conversar con su marido muerto. Hoy la visita es especial. Se ha anunciado un alto el fuego definitivo y ella ha tomado la decisión de regresar al pueblo donde sucedió todo.

Paella en casa de Bittori con sus hijos, Xabier y Nerea. La tensa conversación evoca recuerdos sobre sus dispares reacciones el día del asesinato de su padre. El regreso de Bittori al pueblo genera incomodidad, sobre todo a Miren, su antigua mejor amiga.

Bittori escribe a Joxe Mari pidiéndole que le diga si fue él quien mató a su marido. Entrega la carta a Joxian, marido de Miren, y amigo de Txato. Joxe Mari, años atrás, se encuentra en Francia, en la clandestinidad, entrenando para ser miembro de ETA.

Arantxa, hija de Miren, se ha erigido en la mejor aliada de Bittori. Manda una carta a su hermano Joxe Mari a la cárcel. En ella le advierte de que Bittori le va a escribir y le pide que la ayude. Joxe Mari recuerda el comienzo de su actividad armada.

La labor conjunta de Bittori y Arantxa empieza a dar sus frutos. Consiguen que Joxian tenga un gesto de reconciliación. Tiempo antes de la muerte del Txato, el Comando Oria, el grupo terrorista de Joxe Mari, entra en una espiral creciente de atentados.

El comando de Joxe Mari es detenido. La noticia conmociona tanto a su familia, como a la de Bittori, ¿será él el que mató a Txato como se afirma en los informativos? La violencia sufrida condiciona tanto la vida sentimental de Arantxa como la de Nerea.

Bittori recibe por fin una carta de Joxe Mari. Camino al cementerio para contarle el contenido de la carta a su marido, le viene a la memoria el último día que la familia pasó junta en Zaragoza, ignorante de que a su vuelta aguardaba la tragedia.