El capitán de la policía Pierre Niemans es nombrado director de la Oficina Central de la lucha contra los crímenes especialmente violentos. Durante una misión, Niemans se reencuentra con su ex alumna Camille Delaunay.

Cuando los dos policías indagan en el pasado de la región, encuentran otros asesinatos del mismo tipo, siempre perpetrados en otoño, siempre en el bosque. Pero los informes son imprecisos y no es posible concluir si el ataque ha sido de un hombre o de un animal. El único dato que se conoce es que la víctima pertenecía a una gran familia aristocrática. La pareja sospecha que un asesino en serie está vengando las injusticias de la historia...

En la época de la cosecha, en una capilla, bajo los escombros de un muro, se encuentra el cuerpo de Samuel Toschi, restaurador de los frescos de este santuario religioso. Esta vez, Camille se infiltra en la secta que se reúne en este lugar e investiga desde dentro.

Niemans no tarda en darse cuenta de que los escombros de la pared que contiene el mural han sido ocultados. Una cosa tiene clara: no sólo es un crimen, sino que la secta tiene algo que ver. Debemos averiguar a toda costa lo que había en el fresco. Camille, por su parte, encuentra la parte del muro que representa episodios del Antiguo Testamento. Pero falta la parte central...

Se encuentra una mano al pie de una urbanización. La mano de un niño, señalando el cielo... Niémans y Camille, que inician su investigación, descubren que otro caso intriga a la multitud: un asesino en serie, que ya ha asesinado a tres mujeres en la zona de Roubaix. Este "asesino del amanecer" actúa siempre de la misma manera: hiere gravemente a sus víctimas al amanecer y luego las remata brutalmente. El rastro de la mano lleva a los dos investigadores a un orfanato con una reputación problemática: el hogar Saint-Vincent. Cuando se producen otros dos asesinatos en un cementerio, rápidamente se dan cuenta de que los dos casos están relacionados.

Los investigadores saben más sobre la misteriosa mano encontrada en el bosque: su dueño participó en varios robos. Entonces Durero, el director del orfanato, confiesa finalmente que un niño ha desaparecido de la institución durante quince días.

En la espesa niebla de la noche, Niemans persigue a un monje cuya sotana ve a la luz de la luna. El monje se derrumba. Cuando está a punto de exhalar su último aliento, el Hermano William dice unas palabras: "la espada y la serpiente". Muestra la palma de su mano izquierda a Niemans, completamente tatuada de azul...

La policía comienza a investigar el monasterio. Los investigadores no tardan en descubrir que el tatuaje del monje esconde otro: una mano guidoniana, una especie de pentagrama que permitía descifrar o anotar la música en la Edad Media.