Alberto parece demasiado interesado en la matemática Ada Lovelace. Victoria asiste a un evento cultural para conocer a Ada y al renombrado Charles Babbage. El fantasma de los celos parece interponerse entre la pareja real.

Victoria se involucra en la crisis de unos tejedores de seda y organiza un baile benéfico medieval para ayudarlos. El evento se complica más de lo deseado y la reina se ve forzada a dejar atrás su inmadurez por su propio bien. Por su parte, Alberto sigue buscando su sitio como rey consorte. Tras oponerse inicialmente al baile, acaba viendo en él la oportunidad de llevar corona por primera vez. El gran acontecimiento supone una oportunidad perfecta para que viejos amigos se reencuentren y, en algunos casos, se avive la llama del amor.

La corte está de celebración tras el nacimiento del nuevo Príncipe de Gales y heredero legítimo al trono, pero Victoria sufre una inexplicable depresión y es incapaz de establecer un vínculo con su hijo. Por otro lado, Alberto tiene que volver a su hogar en Alemania para atender unos asuntos familiares y allí descubre un desagradable secreto. Victoria tiene que afrontar sus deberes reales pese a la tristeza que la aflige y la ausencia de su marido. Mientras, el servicio de palacio continúa con sus labores cuando un error de la señora Skerret hace peligrar el puesto del chef Francatelli.

Ante el inminente matrimonio entre el hijo del rey de Francia y la reina de España, Victoria se embarca por primera vez hacia el continente europeo para intentar disuadir al astuto monarca francés.

Acompañada de sus mejores sirvientes y otros aristócratas, la reina tiene que reunir todo el talento posible para que el rey Luis Felipe la escuche y tome en consideración sus recomendaciones.

Por su parte Alberto sigue distante y taciturno después de las sorprendentes revelaciones sobre su familia. ¿Será capaz la joven reina de demostrar liderazgo internacional a pesar de todos los contratiempos?

Cuando las noticias de la hambruna en Irlanda llegan a palacio, Victoria cree que el gobierno británico debería hacer algo. El primer ministro Peel opina que enviar comida desestabilizará a su partido y pondrá en riesgo su futuro político. Mientras Alberto confía ciegamente en Peel, las reacciones a la hambruna empiezan a circular entre el servicio que tiene opiniones de lo más diverso al respecto. Por su parte el príncipe Ernesto, hermano de Alberto, tendrá que lidiar con sus propios problemas cuando le detectan cierta dolencia.

Después de repetidos intentos de asesinato, Victoria decide refugiarse un tiempo en las Tierras Altas de Escocia. Pero pronto descubre que no todo es tan romántico como en las novelas que le gustaba leer cuando era una niña. Victoria y Alberto encuentran el anonimato que buscaban y consiguen vivir como un matrimonio normal durante un día. En este ambiente distendido, el servicio de palacio y otros aristócratas encuentran la oportunidad perfecta para profundizar en sus relaciones personales.

El primer ministro Peel debe enfrentarse tanto a sus opositores como a sus propios compañeros de partido en el Parlamento. Alberto trata de mostrarle su apoyo pero los adversarios de Peel lo utilizan en su contra. Mientras en palacio la relación entre Alberto y Lezhen se complica ante las continuas injerencias por parte de la dama de la reina en los cuidados de los hijos de la pareja real. Finalmente Victoria se verá obligada a tomar una dolorosa decisión y elegir entre su marido y su más cercana confidente.