En el frío y tranquilo pueblo de Seyðisfjörður, un pesquero se topa con un cadáver en el agua. El suceso hace saltar la alarma del jefe de policía, Andri Olafssun, sobre todo cuando una fuerte tormenta deja el pueblo sitiado y lleno de sospechosos.

Andri y sus compañeros deben trabajar rápido al no poder llegar apoyo de Reikiavik por la tormenta. Con el sospechoso liatuano en prisión a la espera de ser interrogado y el torso congelado esperando el resultado del forense, Andri está desesperado por que la investigación avance. El alcalde insiste a los lugareños en que vendan sus tierras para el proyecto de inversión en el puerto.

El pueblo sigue sin poder recibir ayuda de fuera y la policía local ha perdido el cuerpo de la víctima y el único sospechoso que tenían. Incapaz de probar sus sospechas del capitán dle ferri, Andri se centra en una nueva pista a raíz de que la gente comparta fotos del torso en la red.

Con el asesinato aún sin resolver, la incertidumbre crece entre los habitantes y los turistas. La lista de sospechosos aumenta y la amenaza de una avalancha lo complica todo.

La avalancha ha provocado un apagón general. Sumidos en la oscuridad, los habitantes de la población están ansiosos y tienen miedo. Mientras tanto, el alcalde recibe una visita sorpresa.

Ante la intranquilidad generalizada, los habitantes del pueblo se reúnen en la iglesia y reclaman respuestas. Andri se encuentra con la tarea de hablar con ellos y decirles la verdad.

El tiempo por fin empieza a mejorar y el equipo de investigación de Reikiavik llega al pueblo para ayudar a Andri e interrogar a Sigurður. Pero los métodos del jefe de policía no convencen a Andri y hacen mella en el acusado.

El capitán Carlsen accede a colaborar con la policía y es interrogado. En el ferri, todo apunta a que un miembro de la tripulación esconde algo.

Después de una búsqueda traumática y agotadora, Andri comienza a atar cabos en torno al asesinato que puso patas arriba los cimientos del pueblo.