Cuando los primeros humanos se extendieron por todo el mundo, su reto más difícil fue colonizar las Américas, porque una enorme capa de hielo bloqueaba la ruta. Durante mucho tiempo se ha pensado que los pioneros, conocidos como los Clovis, llegaron hace unos 13.000 años, pero un descubrimiento submarino en México sugiere que la gente llegó antes de lo que se pensaba, y en barco, no a pie. ¿Qué relación tenían estos primeros americanos con los actuales? Es una cuestión controvertida, centrada en el Hombre de Kennewick. Pocos otros esqueletos engendran sentimientos tan fuertes.

Hace unos 200.000 años, una nueva especie, el Homo sapiens, apareció en el paisaje africano. Aunque los científicos han imaginado el este de África como un auténtico Jardín del Edén, las últimas investigaciones sugieren que los humanos evolucionaron en muchos lugares del continente al mismo tiempo. El ADN de un esclavo afroamericano del siglo XIX está obligando a los genetistas a replantearse los orígenes de nuestra especie. La teoría es que nuestros antepasados se encontraron, se aparearon y se hibridaron con otros tipos de humanos en África, creando una diversidad cada vez mayor dentro de nuestra especie.

¿Qué ocurrió cuando los primeros humanos se aventuraron a salir de África y entrar en Asia? ¿Adónde fueron y con quiénes se encontraron en el camino? Las últimas pruebas sugieren que salieron mucho antes de lo que se pensaba y se cruzaron con un tipo de humano antiguo recién descubierto: los denisovanos, cuya existencia se estableció hace sólo cinco años cuando los genetistas extrajeron ADN de un diminuto fragmento de hueso de dedo. Como nuestros antepasados se aparearon con ellos, sus genes encontraron un hogar en nuestro ADN. Además, nos han ayudado a sobrevivir y prosperar.

Cuando el Homo sapiens llegó a Australia, se encontró por primera vez realmente solo, rodeado de una flora y una fauna muy diferentes. ¿Cómo pudieron sobrevivir y poblar un continente? Existe un estrecho vínculo cultural y genético entre los primeros australianos y los aborígenes actuales. La historia antigua y la moderna se cruzan aquí como en ningún otro lugar del mundo. El secreto de esta continuidad es la diversidad. Intuitivamente, encontraron el equilibrio adecuado entre estar separados y conectados.

Cuando el Homo sapiens llegó a la Europa prehistórica, se topó con los neandertales. Los dos tipos de humanos se parecían lo suficiente como para cruzarse, y ambos crearon artefactos de similar complejidad. Pero a medida que los Homo sapiens fueron llegando a Europa, el equilibrio de poder cambió. Los neandertales se vieron superados. Desde entonces, tenemos Europa y el resto del mundo para nosotros.