Spartacus se da cuenta de que convertirse en el líder de una masa de esclavos liberados puede ser un reto y lucha por mantener intacto al grupo rebelde cuando le llegan noticias de la llegada de Claudius Glaber a Capua.

Spartacus y sus hombres liberan una villa romana, pero los esclavos de ésta desconfían. Oenomaus se lanza a las brutales Fosas, y Glaber apoya las profecías de Lucrecia, a pesar de las protestas de Ilithyia.

Spartacus se ve obligado a mediar cuando los gladiadores están a punto de dividirse en grupos después de recibir la noticia del destino de Naevia. Lucrecia intercambia un secreto largamente guardado por cierta información y un ataque pone en peligro a los rebeldes.

Spartacus busca la seguridad de los bosques para sus hombres supervivientes mientras Crixus se encuentra revisando los horrores del pasado. Mientras tanto, Lucrecia espía los asuntos de Ilithyia.

En un irónico giro del destino, un gladiador de la casa de Batiatus se interpondrá en el camino de Spartacus para intentar liberar a Crixus del cautiverio romano. Las intrigas de Ilithyia ponen en peligro su matrimonio con Glaber.

Spartacus y sus rebeldes se entrenan duramente para mantener a salvo su nuevo santuario mientras las fuerzas de Glaber se fortalecen con el reclutamiento de algunos nuevos y mortales combatientes. Lucrecia e Ilithyia vuelven a estar unidas.

Spartacus y su grupo de rebeldes intentan liberar a los que se convirtieron en esclavos al caer en las guerras extranjeras mientras Lucrecia consigue reclutar a uno de los antiguos gladiadores de su marido.

Spartacus tiene que volver a utilizar su capacidad de liderazgo para convencer a su banda de rebeldes de que se unan contra el asalto romano. Lucrecia lucha por deshacerse de los hombres que se interponen en su destino.

Cuando la escasez de suministros hace que la rebelión esté a punto de fracasar, Spartacus hace todo lo posible por dar esperanza a sus hombres.