Larry se entera de que el abogado de su divorcio no toma comida kósher y anula un pedido de galletas a la hija exploradora de un dueño de un deporte en apuros.

Larry se convierte en un ejemplo insólito para mujeres maltratadas, la relación de Richard Lewis con una intérprete de teatro burlesco se pone a prueba y Leon sobrevive a un caso de identificación incorrecta.

Larry lleva al extremo su papel de "asesino social" en una cena, en el campo de golf y en un restaurante palestino con un pollo que está para morirse.

Larry promete derribar un tabú sagrado de las citas y lamenta haber hecho concesiones a su nuevo vecino en la oficina. La coartada de Jeff para librarse de una cena tiene consecuencias negativas.

Una coartada fallida tiene consecuencias, al perro de los Greene le niegan una última cena y Larry se enfrenta a una persona que no respeta la cola del bufé.

Larry interpreta a un héroe en el cielo y bajo tierra, un camarero fisgón estropea el cortejo de Jeff a Ricky Gervais.

Larry compite con Rosie O’Donnell por la misma mujer, explora los matices de los cuencos japoneses y rechaza un almuerzo con un conocido de Los Ángeles.

La rutina de entrenamiento se ve alterada e interrumpida por la posibilidad de Larry y Jeff de hacer una muy buena inversión.

Una furgoneta de helados desencadena en Larry un recuerdo doloroso de la infancia, que tiene consecuencias sobre un partido de sóftbol, los honorarios de un terapeuta, el legado de Bill Buckner y las preferencias de viaje de su nueva novia.

En el episodio final de la temporada, Larry acusa de acoso a su vecino de Nueva York, Michael J. Fox. Jeff recibe una bala dirigida a Susie, y Larry se lleva una reprimenda por darle un regalo inapropiado de cumpleaños al hijo de Elizabeth, Greg.