Luego de regresar de vacaciones todos sospechan que Tulio ha conseguido una novia.

La región de Salsasia le regala a Tulio un reloj Relox 8000 de oro bañado en superoro con incrustaciones de diamantes y engranajes de plastigoma.

El programa le rinde un homenaje al gran exanimador de programas infantiles: el Tío Horacio.

El Sr. Manguera le vende el canal a los japoneses, los cuales hacen cambios drásticos en el programa.

Cossimo dice que la alegría paso de moda, por lo que obliga a Tulio hacer un programa orientado en la lástima.

El malvado maestro del disfraz, Lulo Serrucho, escapó de la cárcel y llega a 31 minutos para suplantar a Tulio y a sus compañeros.

A Bodoque le da depresión y Tulio, con la ayuda de los funcionarios del programa, trata de hacer que su amigo tenga buen ánimo.

Al faltar dinero para hacer el noticiero, el equipo del programa tendrá que soportar a su nuevo auspiciador: "Las Cebollas, me encanta"

Un ratón provoca caos en el estudio y Tulio y sus amigos tratan de atraparlo, aunque este sea mucho más listo que ellos.

Tío Pelado le cuenta a Tulio el mayor secreto de Policarpo, el cual, el conductor (prácticamente obligado) revela ante todos los televidentes.

Debido a una crisis económica, el Sr. Manguera le encarga a Tulio despedir al funcionario más inútil del programa y el conductor decide despedir a Mico, el Micófono.

Cindy se enoja con Tulio por haberle engañado, diciendo que 31 Minutos es un programa educativo, por lo que el equipo del programa trata de hacer el programa lo más "educativio" posible.

El mago Dante Torbolino va a una clínica especializada para que deje de explotar, pero para mala suerte, Dante regresa curado justo cuando un asteroide destruirá la Tierra y él debe de hacerlo estallar.

Juanín convence a sus compañeros de seguir las sucias enseñanzas de su nuevo líder espiritual: el sabio Wildo Waldo, pero Tulio no le cree e invita al estudio al famoso líder para desenmascararlo.

Comienza una ola de frío en el estudio y Juanín crea un muñeco de nieve llamado Hielito, que cobra vida. Pero cuando comienza a hacer calor, este corre el peligro de derretirse.

El planeta Siluris exige la entrega de Tulio para poder vengarse del pastelazo que el conductor tiró a su embajador; o si no, destruirán la Tierra.

La nave espacial se descompone y todos quedan perdidos en el espacio, víctimas del peor de los flagelos: el hambre.

Tulio sufre un terrible choque de auto y va a parar al hospital. Es entonces cuando sus amigos van a visitarlo, para hacerle recordar lo mejor de la temporada.

Juanín organiza una fiesta en su propia casa, en la cual los invitados son todos los funcionarios del programa.