Ryan es interrumpido por su vecina cuando está intentando suicidarse. Ésta le pide que cuide de su perro Wilfred pero él solo es capaz de ver a un hombre vestido de perro que le habla.

Wilfred se enfada con Ryan cuando éste le engaña para llevarle al veterinario.

Ryan no sabe como decirle a Spencer que no quiere ser su amigo. Wilfred le provoca para que se enfrente a él y venza sus miedos.

Tras una visita al veterinario Ryan cree que Wilfred ha sufrido abusos sexuales.

Ryan empieza a colaborar como voluntario en un asilo. La cosa se complica cuando una enfermera cree que Wilfred detecta a los que están a punto de morir.

Ryan descubre que Drew es perfecto a ojos de Jenna excepto por una cosa: no soporta su vena competitiva. Wilfred le anima a explotar esa faceta para que Jenna rompa con su novio.

Ryan se encuentra en números rojos y se niega a acepar la ayuda de su hermana. Wilfred provoca un accidente para cobrar del seguro, pero tiene la mala suerte de topar con una rígida abogada.

Mientras Ryan ayuda presionado como siempre por su hermana a organizar una fiesta, Wilfred descubre que cuando era un niño Ryan tuvo un perro que murió por su culpa.

La madre de Ryan quiere irse a vivir una temporada con su hijo. El problema es que lleva 20 años recluída en una institución mental

Jenna intenta sin éxito que Ryan se integre con los demás vecinos. Wilfred, a su manera, consigue que todos los vecinos acaben conociéndole.

Un extraño se presenta ante Ryan para prevenirle sobre Wilfred. Según él, Wilfred arruinó su vida.

Ryan es reacio a representar a Jenna en el juicio por su despido del informativo. Sabe que para hacerlo bien tendrá que volver a usar las malas artes que practicaba cuando ejercía y que hacen de él peor persona.