César Borgia celebra la misa de Miércoles de Cenizas para el rey de Nápoles y su corte. En la liturgia, le hace la señal de la cruz a cada uno de los presentes, excepto al monarca. La provocación niega el espíritu de contrición de la festividad.

Enviado por el papa Alejandro VI, César llega a Florencia y es recibido por las miradas de reproche y los murmullos de la desaprobación. Asiste a la misa de Domingo de Ramos celebrada por Girolamo Savonarola, donde se encuentra con Maquiavelo.

Savonarola es condenado a la horca por el papa Alejandro VI tras confesar actos de herejía bajo tortura. Maldice a César Borgia y su familia. Más tarde, éste asiste a la misa de Pascua de medianoche y enciende los tradicionales fuegos artificiales.

En la Basílica de los Santos Apóstoles, el cardenal Giuliano della Rovere selecciona uvas para la bendición de los primeros frutos. César lleva una armadura de oro que perteneció a su difunto hermano Juan y se sienta como un rey en el trono papal.

El techo de la cámara papal cae sobre Rodrigo Borgia al estar con su amante Giulia Farnese. Es encontrado con vida bajo los escombros en estado de shock y comienza a hablar en distintos idiomas, en la creencia de que el Espíritu Santo está en él.

Rodrigo enfrenta su adicción a las drogas, mientras que César provoca intrigas en la corte del Rey de Francia al ganar la mano de Carlota de Aragón. Por otra parte, Lucrecia debe superar la triste realidad de su vida amorosa.

El cardenal Riario-Sansoni arma una representación teatral en la que se cuenta la historia de Alexis. Por su parte, Cesare continúa las negociaciones para tratar de levantar un ejército, obtener un título y una esposa. Lanzol pide abandonar Roma.

Las multitudes se reunieron en la Plaza de San Pedro en Roma, mientras que otra gran celebración tiene lugar en Spoleto. Este episodio, dedicado en gran parte a la celebración, finaliza la narración con la Transfiguración de Rodrigo a un grupo de niños.

César y el rey de Francia organizan sus bodas el día de la Asunción. Orsini, enfermo, se preocupa por lo que pueda venir luego de su muerte. Lucrecia juega con la esperanza que ofrece la salvación y la misericordia para calmar tensiones políticas.

Vannozza reza ante la tumba de Juan y Lucrecia lo interrumpe para preguntar sobre los secretos de su familia. Durante su oración, ella comienza a entender la historia de su dinastía y considera reparar los errores del pasado.

Alessandro Farnese, tesorero del Vaticano, anuncia que la firma de Imola y Forli no ha pagado sus impuestos. El pontífice entonces convoca a Caterina Sforza, la regente, y su hijo, el heredero de estos principados.