En el primer episodio de la cuarta temporada, el rey Enrique VIII se casa con su quinta esposa, Catalina Howard, una adolescente cuya belleza despierta las pasiones de un cortesano, Thomas Culpepper.

La edad de Enrique hace mella en él durante las celebraciones Navideñas, pero sus cortesanos, todos jóvenes, siguen la fiesta sin él. El clan Seymour se convierte en el objetivo del arrogante Lord Surrey.

Un Enrique VIII más benévolo perdona a los ciudadanos del Norte por haberse rebelado contra él. Mientras, su joven y adorada esposa empieza un apasionado romance con Culpepper.

La acogedora bienvenida que recibe el rey en el Norte le fortalece, pero los problemas llegan cuando aparece un antiguo amante de su esposa y les chantajea con revelar secretos inconfesables.

Enrique está soltero de nuevo, y sorprende a su pueblo poniendo a su hija en la línea de sucesión al trono. Además, el rey forja una alianza política inesperada y manipula ciertos acontecimientos para casarse con una atractiva viuda (Joely Richardson).

Mientras se desarrolla la guerra con Francia, Enrique se casa con la viuda Catalina Parr, que demuestra ser la reina que finalmente da al rey estabilidad, algo que él siempre había deseado.

La derrota de los franceses en Boulogne trae consigo un gran premio, aunque cuesta la vida a miles de los hombres de Enrique. Aún así, el rey decide volver a casa triunfante.

La salud de Enrique empeora después de emprender una campaña militar contra Francia, lo que le causa fuertes dolores en su pierna ulcerosa. Mientras tanto, el Obispo Gardiner acusa a la esposa del rey, Catalina, de ser una hereje.

El rey Enrique descubre que sus amigos, el rey Francis y Charles Brandon, se están muriendo. Siendo consciente de que le queda poco tiempo de vida, el rey contrata a Hans Holbein para que le retrate por última vez. Además, los fantasmas de sus antiguas esposas le hacen una visita.