Julio César busca convertirse en cónsul, el puesto político más alto de Roma. Para ello, firma alianzas peligrosas y vulnera las reglas de la república, ganándose el voto popular y utilizando el soborno y la intimidación para salirse con la suya.

Julio César ha negociado una alianza con los otros dos hombres más poderosos de la república: Pompeyo y Craso. Entre ambos dominan el sistema político y César parece intocable. Decide dejar Roma para asumir el cargo de gobernador de la Galia.

A medida que Julio César toma el control de Roma y consolida su dominio sobre la república, se otorga poderes cada vez mayores. Nombrado dictador por un año para restaurar la paz, pronto lo extiende a diez años y luego se acaba convirtiendo en vitalicio