Por fin llega el día de la boda de Clara y Desi, que va a oficiar Eugenio en una ceremonia por todo lo alto. Antonio es el padrino y no puede faltar a la cita, pero no le hace ninguna gracia volver a ver al cura después de lo que pasó en Nochevieja. Y es que la posible relación entre Inés y Eugenio parece algo más que un simple rumor de las cotillas del barrio.

La cooperativa ya es una realidad. Antonio y los demás trabajadores han empezado las tramitaciones para poner en marcha cuanto antes lo que será su propia empresa. La tranquilidad y el entusiasmo de los primeros momentos empiezan a desaparecer cuando tengan que elegir los nuevos cargos. La apertura de una nueva tienda en el barrio y la llegada de una carta certificada tienen a Mercedes intrigada.

La noticia de la expropiación en el barrio de San Genaro está empezando a provocar confrontaciones entre algunos vecinos. Pero de momento, la próxima inauguración de la tienda de Yolanda es el acontecimiento que genera más curiosidad. Mercedes es la única que no siente demasiadas ganas de asistir a la fiesta de su vecina, pero aún así aceptará la invitación.

Todo San Genaro se reúne para encontrar una salida a la expropiación que afecta a todo el barrio. Antonio, que continúa los negocios con Don Pablo, no deja de asombrarse ante el protagonismo que empieza a adquirir su mujer entre los vecinos. La indignación de Mercedes ante la posibilidad de perder su casa, le llevan a convertirse en la abanderada de una manifestación ilegal en esos tiempos.

La familia Alcántara vive con alegría y expectación el regreso de Miguel, que como muchos otros emigrantes en aquellos años regresaban a España para quedarse. Antonio está feliz por tener otra vez a su hermano cerca y se propone recuperar el tiempo perdido, aunque parece que Miguel tiene otras preocupaciones más importantes relacionadas con un maloliente maletín.

Después de vivir en primera persona el atentado de Carrero Blanco, la familia Alcántara tendrá que enfrentarse a los primeros momentos llenos de miedo y de confusión de aquel 20 de octubre de 1973. Las navidades se acercan, pero el ambiente no es demasiado festivo en el barrio. Además Antonio tendrá que enfrentarse a varios problemas.

El día de los Santos Inocentes comienza con una noticia que no es ninguna broma para los vecinos de San Genaro: las primeras excavadoras han llegado al barrio. Los Alcántara deciden actuar, pero cada uno a su manera; mientras Mercedes y el resto de la familia van por la vía legal, Carlitos y sus amigos deciden recurrir a viejos mecanismos de estrategia bélica.

Los nuevos tiempos de transformación y apertura que vive la España de 1974 se ven reflejados en el día a día de la familia Alcántara. Antonio y Mercedes empiezan a ampliar su círculo de amistades y a través de Rafael Prieto, uno de los nuevos clientes de la imprenta interpretado por Juanjo Puigcorbé, asistirán a lo que será su primera soireé.

Pese a los primeros síntomas de crisis que empiezan a sentirse en junio de 1974, la ansiada bonanza económica que reclamaban los españoles parece que por fin llama a la puerta de la familia Alcántara. Y es que, la buena marcha de los negocios de la imprenta hace que Antonio y el resto de cooperativistas se vean subidos en un llamativo tiburón rojo descapotable siendo la envidia de todo el barrio.

En julio de 1974, el calor, los planes de vacaciones, las pagas extraordinarias y la necesidad de dejar a un lado la rutina diaria empezaban a ser cada vez más evidentes en la vida de todos los españoles. Mientras tanto, la familia Alcántara, a excepción de Inés que sigue de tournée con su grupo de teatro, continúa en Madrid.

Los carteles de 'cerrado por vacaciones', las calles más vacías que de costumbre y el calor asfixiante marcan el agosto de la España de 1974. Sin duda, los que peor lo llevan son los 'Rodríguez' que, como Antonio, están en la ciudad para trabajar y enfrentarse al desconocido mundo de las tareas del hogar.

Buscar nombres, hacer patucos, comprar un piso nuevo¿ Está claro que el anuncio del embarazo de Inés, además de ser un gran motivo de alegría para los Alcántara, no ha dejado indiferente a nadie. Aunque desgraciadamente no todo serán celebraciones en este otoño de 1974. Antonio acepta una nueva invitación para jugar al chiribito, esta vez, una partida de las grandes.