Mientras Bill trata en privado a una pareja con problemas para concebir, Virginia descubre, en su intento de ayudar a Barbara Sanderson, que ciertas disfunciones sexuales podrían llegar a guardar relación con trastornos psicológicos.

Virginia continúa haciéndose pasar por su paciente para así conseguir consejos del psiquiatra que pueda trasladarle a Barbara Sanderson. Betty y Bill, mientras tanto, intentan solventar la impotencia de Lester con la ayuda de una prostituta. Libby decide declarar como testigo.

A oídos de Bill llega la existencia de un estudio que podría rivalizar con el suyo, así que se pone manos a la obra junto a un experto en relaciones públicas para intentar patentar su trabajo. Virginia, motivada ahora por la disfunción de Bill, no cesa en su empeño por buscar una cura. Langham se enfrenta a un dilema.