Roma, marzo de 1978. Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana, ha sido liberado por las Brigadas Rojas y ahora escruta con ojos despiadados a sus compañeros de partido, reunidos al lado de su cama de hospital: Giulio Andreotti, Francesco Cossiga y el secretario del partido Benigno Zaccagnini. Afuera hay enfrentamientos callejeros. En realidad, Aldo Moro aún no ha sido secuestrado y en cambio trabaja para dar a luz al primer gobierno de unidad en la historia de la república con el apoyo externo del Partido Comunista Italiano.

Francesco Cossiga, nuevo ministro del Interior, preside el consejo de guerra convocado tras el secuestro de Moro. Domenico Spinella, jefe de Digos, quisiera involucrar a los gerentes de seguridad de PCI en las investigaciones. Mientras tanto, el brigadista rojo Faranda es reconocido por varios testigos. En los controles de barrido que siguen, los policías llegan hasta el escondite en via Gradoli.

Monseñor Curioni se acerca a uno de los abogados del núcleo histórico de la BR para que actúe como intermediario: le gustaría entablar negociaciones extraoficiales con los secuestradores de Moro en nombre del Papa Pablo VI, quien está dispuesto a pagar un enorme rescate en para liberar a su amigo político. A través del cardenal Casaroli, Pablo VI también exploró la opinión del Estado sobre la posibilidad de pagar un rescate en efectivo.

Entre 1976 y 1978 Adriana Faranda abrazó la causa revolucionaria de la BR, abandonó a su hija y pasó a la clandestinidad junto a su pareja, Valerio Morucci. Se unió a la "columna romana", participa en el secuestro de Moro y se convierte en el relevo que entrega los comunicados de prensa de la BR a los periódicos.

Eleonora Moro recibe la noticia del secuestro de su marido con desesperación pero extrema dignidad y se encierra con sus hijos en el más absoluto secreto, confiando en el aparato del Estado para salvar a su marido. A pesar de las garantías de la política, la mujer se da cuenta poco a poco de que su marido corre el riesgo de ser "sacrificado" y pide ayuda al Papa.

Los miembros de las Brigadas Rojas llevan a un sacerdote en secreto al escondite de via Montalcini donde Moro está prisionero. El presidente de la DC confiesa el odio feroz que siente por algunos "amigos" de su partido, sobre todo Andreotti. El 9 de mayo de 1978, Moro fue cargado en el maletero de un Renault 4 rojo y asesinado.