Nagatoro invita a su querido compañero a comer para celebrar el éxito del festival escolar.

Nuestro protagonista recibe unas entradas para el zoo y decide invitar a Nagatoro, aunque ella se hace una idea equivocada.

Nagatoro se deja el teléfono en la sala de arte y nuestro protagonista va a llevárselo a su aula... Pero ¿cómo va a hacerlo sin saber cómo se llama Nagatoro y a qué clase va?

Nuestro atrevido protagonista va a casa de Nagatoro a llevarle los apuntes, pero allí conocerá a la hermana mayor de Nagatoro. Y parece que las hermanas son muy parecidas en la personalidad.

Después de cuidar de Nagatoro, nuestro protagonista parece haber pillado el resfriado. Y como Nagatoro se aburre (y se preocupa por él) irá a verlo a su casa.

Se acercan dos momentos muy importantes para todo adolescente: Navidad y Año Nuevo. ¿Qué harán Nagatoro y nuestro protagonista ante esta situación?

Nuestros protagonistas van a ir a las montañas para esquiar un poco, pero hay un problema, él no tiene ni idea de esquiar, como era de esperar.

Nuestro protagonista descubre que Nagatoro practica algún tipo de deporte, y con ayuda de sus amigas, sabrá cuál.

Tras mucho entrenar con Nagatoro, nuestro protagonista participará en el torneo de judo más motivado que nunca gracias a ella.

Comienza un nuevo curso y llegan nuevos estudiantes. Mientras, nuestro protagonista sigue pensando en lo que le dijo Nagatoro sobre el beso.

Hana le dice sin ningún tapujo a nuestro protagonista que le pida una cita a Nagatoro. Pero ¿qué hará él? ¿Se atreverá por fin?

Nagatoro y nuestro protagonista por fin tienen su ansiada cita, aunque ella insiste en que no es más que una prueba y que no es una cita real.