Tras una dura pérdida, Billy decide aceptar oficialmente la defensa de Julio Suárez, pero antes de volver a los juzgados, tiene que reunir a su equipo.

Cuando Billy se entera de quién es el verdadero asesino, recurre a la ayuda del FBI para detener al escurridizo sospechoso e interrogarlo.

Billy prueba una estrategia arriesgada para eliminar las principales pruebas de la acusación con la esperanza de limpiar el nombre de Julio antes de que llegue a juicio.

Billy por fin encuentra a un testigo que podría exonerar a Julio, pero este no está dispuesto a hablar, a menos que Billy convenza al fiscal para que le ofrezca un trato.

Convencido de que su cliente quedará pronto en libertad, Billy se va con Marisol de escapada romántica a México, mientras en casa, su caso se viene abajo.